Los mundos paralelos nos observan. Para muchos de los que vinimos hace mucho, para quienes vimos a Gaia en su estado más primitivo, más prístino, esa masa de tierra y agua que se presenta en las fotografías tomadas desde satélites, era algo muy distinto.
Recuerdo cuando la sentí pulsar en mi propio pulso. Siguen vivas en mí las ondas de suaves colores lila, turquesa, azul plúmbago, verde verdad. En el envase corporal aún hoy se debuja en mi rostro una sonrisa involuntaria y plácida, de certeza de vida. Porque Gaia sigue viva a pesar de la siembra cósmica, a pesar del experimento genético en donde tantas razas y especies fueron obligadas a convivir en este planeta. ¿Por qué la humanidad le llamó planeta? Curioso... precisamente por sus memorias sin palabras, sin conceptos religiosos, políticos, sociales o económicos. Una noción de siembra multifacética permaneció viva. Una noción de terreno fértil y amoroso. En este gran útero, esta gran incubadora permitió que se le plantasen todo tipo de formas de vida.
Podrías hacer el esfuerzo de tocar tu corazón y acudir a tus memorias para recordar como llegaste aquí. Cómo era tu forma corporal, tu energía vital. A qué reino te integraste para iniciar el proceso evolutivo en uno de los seres más fantásticos, reales y amorosos que hayas podido imaginar.
Gaia está viva aún a pesar de la siembra cósmica y el experimento genético de razas de nombres impronunciables, de sonidos imposibles de producir mediante garganta más sí con la vibración del alma.
Gaia, la Tierra lo ha entregado todo. Qué le has devuelto? Alguna vez te preguntas por qué este maravilloso ser que nos ha nutrido, ahora grita por todos sus poros?
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